{…}
-Alec…- Antes de poder seguir hablando me encontré con el cuarto
destrozado. La cama estaba partida por la mitad, el escritorio estaba hecho
añicos en la pared contraría de donde una vez estuvo, la televisión que estaba
colgada en la pared estaba destrozada y con sus partes por todo el cuarto.
Entre y abriendo un pasillo con mis pies quitando lo que me estorbaba. -¿Alec?-
No hubo respuesta, por lo que seguí caminando hacia el baño. -¿Alec, estas
ahí?- Pregunte levemente tocando la puerta, pero igual que antes no hubo
respuesta. Rindiéndome me di la vuelta dispuesta a regresar a mi habitación.
-¡¿Qué haces aquí?!- Pregunto con un gruñido Alec.
-Me asustaste, tonto.- Le dije bromista, pero su rostro se tenso
aun más. -¿Ocurre algo?- Pregunte acercándome a él, justo cuando iba a poner mi
mano en su pecho él se quito.
-Tienes que irte, no quiero que tú huelas a mí, no ahora que
ellos vienen.
-¿Ellos?- Pregunte acercándome de nuevo.
- Katherine y Alexander vienen a visitarnos.- Por la forma en
que dijo “visitarnos” no era nada bueno.
-¿Y? Eso no significa que no pueda estar cerca de ti.
-Alexander se dio cuenta que tu para mi eres más que una simple
visita.- Sus palabras se iban suavizando y su actitud era menos agresiva.
–Viene con su hermana para probar si sus suposiciones son correctas.
-¿Cómo sabrían eso?- Pregunte sentándome junto a él en lo que
quedaba de la cama.
- Katherine tiene poderes, sabe detectar que relación hay entre
las personas o vampiros…
-Igual que Marco.- Dije rozando levemente mi mano con la suya.
-Sí.- Sus manos tomaron mi rostro acercándome a él. –No quiero
que sepan que me importas, te dañarían.- Sus fríos labios tocaron los míos por
segunda vez en el día. –Ve a tu cuarto, báñate y arréglate.- Me ayudo a
levantarme y salimos de su habitación tomados de la mano. –Cuando estés lista
te veo en el patio trasero, ahí practicaremos algunas cosas.
-Y yo te enseñare como evadir tu don.- Dije juguetona y esta vez
fui yo la que cerró la puerta con llave.
…
-¡Cullen no es una fiesta!- Grito burlona Jane al ver mi
atuendo, otro vestido.
-No le hagas caso, simplemente esta celosa.- Dijo Alec junto a mí
y dirigiéndome lejos de donde peleaba-entrenaba la guardia.
-¿Celosa por qué?- Pregunte lo suficientemente lejos como para
hablar con normalidad y acercarme a él.
-Porque no puede dañar a la Orden y ellos son más fuertes en
luna llena.-Dijo sentándome en lo que antes fue un árbol.
-¿Qué haremos?- Pregunte viéndolo con cierto temor.
-Tú aprenderás a usar tu don en defensa, lo convertirás en una
protección.
-¿A qué te refieres?- Pregunte siguiéndolo con la mirada.
-No solo puedes transmitir tus pensamientos por medio del tacto,
tu don puede llegar a ser como el de Zafrina.- Se acercó a mi, tomo mis manos y
me sonrió dulcemente. –Piensa en el lobo, piensa en él y desea que yo lo vea.
-No.- Solté sus manos y desvié la mirada molesta, ahora que me
doy cuenta que lo que siento por él no es odio, quiere que recuerde a Jake.
–Eso te lastimara, no quiero eso para ti.
-Es por nuestro bien.
-¡No! Hay otra salida, una que no lastimara a ninguno.
-¿Cuál es esa salida?- Dijo ciertamente disgustado.
-Primero a mi no me hablas en ese tono.- Alec me fulminó con la
mirada ante mi repentino cambió de humor y trato hacia él. –Segundo, tampoco me
veas de esa forma.- Su mirada paso a un juguetona. –Tercera, se como evadir tu
don y cualquier otro que afecte la mente. –Lo tome de la mano y le puse una
pequeña flor lila en la mano. –Si uso un collar con esta flor, la ingiero, me
baño con ella o simplemente la sujeto en mi mano, me protegerá de los dones.
-¿De qué hablas?- Pregunto intercalando la mirada entre la flor
y yo.
-Ese era y es el secreto de Jessica, ella te lo dijo antes de
irse
-¿Cómo sabes eso?
-Cuando me contaste sobre ella, ocurrió algo que no se
explicar…era como si yo estuviera regresando en el tiempo y viendo lo que paso,
sintiendo lo que tu sentiste…hubo un momento en el que escuche su voz, te decía
que la única forma de evadir un don mental sin tener escudo, era la verbena.-
Me acerque a él y tome sus mano entre las mías.
-¿Cómo lo olvide?- Pregunto con la mirada perdida y con cierto
sufrimiento.
-Porque un eras en cierta parte humano y a veces nosotros
tendemos a bloquear los recuerdos dolorosos.
-¿Quieres probar tu teoría de la verbena?- Me dijo cambiando
bruscamente el tema y alejándose de mí.
-Claro.- Respondí tomando la verbena que él me devolvía. Alec
cerró los ojos mientras hablaba.
-Practicarás primero conmigo, después probare...- Sus palabras
se fueron perdiendo mientras me alejaba corriendo de donde estábamos.
-¡Hey, Jane!- Grite interrumpiendo su pelea con Félix.
-¿Qué quieres Cullen?- Pregunto enfada.
-Probarte que al igual que mi mamá soy inmune a tu don.
-Jajaja…- Su risa no fue sarcástica sino fue tenebrosa.
Sus ojos se volvieron repentinamente negros y parecían perdidos,
la sonrisa que antes estaba en su rostro se desvaneció dándole paso a una mueca
de enfado.
-¡Jane!- La voz de Alec izo que volteara a verlo, se encontraba siento
sujetado por Félix y Demetri. -¡Jane! –Volvió a gritar, justo cuando voltee a
ver a Jane ella se abalanzo contra mi.
-A tu mamá no puedo matarla, siempre esta tan protegida.- Dijo
con tono relajado. –Pero tú, estas aquí, sola, sin nadie que te proteja.- Sus
manos se colocaron alrededor de mi cara lista para decapitarme. –Pero…no te
matare, no hoy, esperare a que tus padre vengan por ti y frente a ellos acabaré
con tu vida.- Se levanto y entro rápidamente al castillo.
-¿Estas bien?- Pregunto Angélica ayudándome a ponerme de pie.
-Sí.- Dije viendo el pequeño corazón que colgaba de mi pulsera.
–Funciono.- Dije suavemente. Alec se acercó en ese momento y tomo mi mano entre
las suyas.
-Un guardapelo con verbena.- Dijo al aspirar el olor de aquella
flor. –No vuelvas a hacer algo tan estúpido, la próxima vez que lo hagas Jane
no dudará en matarte.
-Lo se. Pero la próxima vez estaré preparada para pelear.
-Pero primero tengo que curar tus heridas, no quiero que tus
padres se enteren que un Vulturi le dreno la sangre a su hija.- Angélica me
tomo de la mano izquierda y rápidamente me metió al castillo. –Debes tener más
cuidado, Alec se percato de la sangre y uso su don en la guardia.
Las manos de Angélica pasaron rápidamente sobre el escritorio de
la enfermería de donde tomo alcohol, gasas y unos vendoletes.
-¿Sangre?- Pregunte extrañada.
-Sí. Mira tu brazo izquierdo. Por eso se fue Jane.- Al ver mi
brazo me di cuenta que al caer me había cortado. –Caíste sobre unos vidrios
rotos.
-¿Vidrios? No sentí nada.
-Era la adrenalina, cuando se valla sentirás todo como antes.
-Bien.- Angélica comenzó a currar mi brazo y al terminar comencé
a sentir un fuerte dolor de cabeza, miedo y sueño.
-Creo que se ha ido.- Dijo ayudándome a ponerme de pie.
-Te tengo.- Dijo alegre Alec cuando me tuvo en sus brazos,
deteniendo mi caída.
-Llévala a su habitación, se dormirá y tal vez despierte cuando
la Orden se halla ido.- Las palabras de Angélica se convirtieron en susurros y
una oscuridad reconfortante me envolvió.
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