Por un breve momento
Alec y yo quedamos parado uno junto al otro, debajo del umbral de la puerta,
mi tía Alice sonrió ampliamente al vernos y mi papá la fulmino con la mirada.
-¡Ness!- Jacob corrió a abrazarme, levantándome del piso y
dándome vueltas. -¡No sabes cuánto deseaba verte!- Sus ojos demostraban aquella
desesperación de cuando nos separábamos, solo que ahora era peor, cuando no
estábamos juntos era porque mi tía Alice me había llevado de compras.
-Yo también te quería ver.- Intente que mi voz demostrara la
misma emoción que la de él, pero creo que no lo logre porque mi mamá me vio con
el ceño fruncido. Jacob intento besarme en los labios, pero gire el rostro y
sus labios tocaron mi mejilla con suavidad.
-Hija.- Mi papá me abrazo cuando Jacob por fin me soltó.
-Renesmmee, ¿estás bien?, ¿te hicieron daño?- Mi mamá me abrazo
mientras me hacía preguntas desesperadamente.
-Estoy bien, me han tratado excelente, más Angélica.
-¿Quién es Angélica?- Mi papá parecía molesto y me veía
fijamente, como si no le estuviera diciendo algo.
-Es la doctora que me hace los estudios, una excelente
vampiresa.
-¡Por qué elegiste ese?- La voz de la tía Alice era
reprobatoria. –Es lindo y formal, pero para recibir a tu familia, creo que
habían mejores.
-Lo sé…es que necesitaba escoger rápido.- Intente que mi voz
sonara segura.
-Te vez encantadora.- La tía Rose hablo y me abrazo antes de que
Alice dijera algo más.
-Mi sobrina favorita.- Emmett me cargo y me apretó contra su
cuerpo con fuerza, yo hice lo mismo casi con la misma fuerza. –Te has vuelto
fuerte.- Me dijo sorprendido. Intente sonreír pero el recuerdo de como drene la
sangre de aquel Hijo de La Luna me estremeció.
Alice y Jasper me abrazaron justo después de mis abuelos. Me senté
entre Jacob y mis adres, el único lugar libre que quedaba. Alec estaba sentado
del lado contrario al de Jane, justo frente a mí y Angélica a su lado. Jacob
tomo mi mano, el rostro de Alec se mantuvo tranquilo pero sus ojos mostraban
dolor.
-“Tranquilo.”- Mi pensamiento fue solo para Alec.
-¿A qué se debe su visita?- La voz de Aro era amigable, como si
no hubiera pasado nada hace unos minutos.
-Creímos que ocurrió algo malo y queríamos asegurarnos de que no
fuera así.- La abuela Esme fue la primera en hablar.
-Ya que hicieron un viaje tan largo para poder confirmar que no
es así, que les parece quedarse por unos días.
No. Quiero a mi familia, pero si están aquí Alec se va a
distanciar.
-No es necesario, Aro.- Mi abuelo también hablaba en tono
amigable.
-Claro que lo es, quédense, insisto.- Mi abuelo volteo a ver a
mi familia, quienes asintieron, aunque no tenía nada más que hacer, si se
negaban Aro se molestaría.
-Ya insiste, nos quedamos.
Aro sonrió falsamente y se levantó, acto que mi familia imito.
-Jane, llévalos a las habitaciones para visitas, Alec, lleva a
Renesmmee a la enfermería, sus pruebas tienen que seguir cuanto antes, solo
tenemos dos semanas antes de su cumpleaños.
Jane con mala cara se dirigió a la puerta y a abrió.
-Síganme.- La típica voz engreída de toda al guardia.
Mi familia junto con Jane desaparecieron rápidamente.
-No piensen en lo ocurrido los últimos días frente a Edward.-
Aro hablo mientras junto a sus hermanos se acercaban a la puerta. –No quiero que
comience a hacer preguntas.- Los Líderes salieron de la biblioteca.
-¿Por qué me seguirán haciendo pruebas?- Me había quedado sola
con Angélica y Alec. –Después de lo ocurrió no quisiera que me entierren
ninguna aguja.
-Lo sé.- Angélica busco algo en su pantalón y saco una pequeña
cajita dorada. –Pero necesitamos saber porque tus ojos se pusieron así.- Me dio
la cajita, al abrirla vi que era una espejo. Cuando enfoque mi rostro, no podía
creer quien estaba en él, era yo, pero con los ojos distintos, eran de un color
café claro con cierto toque gris.
-¿Por eso mis padres me miraban raro?- Intente que mi voz fuera
tranquila, pero no lo logre, estaba aterrada.
-Lo dudo, se tornaron de ese color cuando ellos se fueron.
-¿Qué lo causo?- Alec me tomo de la mano al preguntar.
-Podría ser algo que comió…- Angélica estaba pensando en otras
cosas que podrían hacer mis ojos así.
-Fue por algo que comí…- Susurro. Los dos me voltearon a ver,
esperando una explicación. –Cuando escape, los integrantes de La Orden me persiguieron
transformados en lobos, uno de ellos casi me alcanza pero logre detenerlo
usando mi don en él, otro me tiro, yo me defendí, él luchaba y yo…yo…- Se me
hacía difícil pensar que acabe con la vida de alguien, aunque fuera a cambio de
la mía. Tome aire y me forcé a hablar. –Yo lo maté, bebía toda su sangre…- Al
terminar de hablar comencé a llorar, Alec me abrazo, recargo su cabeza en la
mía y con una de sus manos comenzó a acariciar mi cabello.
-¿Pudo haber sido eso?- Alec estaba nuevamente preocupado.
-Es lo más seguro…aunque no encuentro una buena razón para la
rara combinación de colores.
-¿Crees que la sangre sea dañina para ella?- Alec preguntaba las
cosas que a mí me gustaría saber, como si supiera lo que pensaba.
-Necesitaría realizarle estudios.
-Está bien.- Mi voz era asfixiada, hablaba aun con el rostro
escondido en el pecho de Alec. Angélica salió corriendo de la Biblioteca.
-Te aseguro que todo estará bien.- Las palabras de Alec fueron
suaves, reconfortantes.
-Me gustaría que mi familia no hubiera venido.- Le dije separándome
de él.
-¿Por qué?
-Con ellos aquí, yo no podré tenerte cerca como ahora, tú tendrás
que ser “La Joya de La Corona”.- Mi voz fue como un reproche. –No quiero que eso
pase…
-Y no pasara, mientras ellos estén aquí yo me comportare como una
Vulturi, pero si ellos no nos ven, será como siempre debió ser.- Alec es romántico
y tierno cuando quiere y también cuando quiere es insoportable, sin poder evitarlo
torcí la boca ante su anterior actitud conmigo. -¿Qué ocurre?- Me dijo tomando
mi rostro entre sus manos.
-No me gusta la forma en que era antes, un creído, egocéntrico, presumido…y
tantas otras cosas que odio…- Alec beso mi frente deteniendo mis palabras. –Pero
hay momentos en que eres tierno dulce, te preocupas por los demás, me haces
sonreír, quererte de verdad.- Alec sonrió ampliamente y beso, sus labios eran
tibios y encajaban perfectamente en los míos.
-Creo que debo llevarte con Angélica.- Me dijo Alec entre besos.
-Está bien.- Comencé a caminar tomándolo de la mano.
-Espera.- Alec tiro de mí, enredo la mano que agarraba la mía
alrededor e mi cintura, aprisionándome contra su duro cuerpo y me beso rápidamente.
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