-Alec, ahora recuerdo que el día en que me raptaron tú querías
enseñarme a usar mi don de forma defensiva, ¿cómo sabías que podía hacerlo?- Sabía
que si mis padres me buscaran en mi habitación justo en este momento me
matarían y a Alec también, ahora todo huele a él, hasta mi cama, donde
estábamos acostados.
-Porque cuando aún era humano conocí a alguien capaz de hacer lo
mismo que tú, pero con el tiempo aprendió a transmitir sus pensamientos y
sentimientos sin tocar.
-¿Alguien?- Gire mi cuerpo quedando más cerca de él, alce el
rostro y lo pude ver a los ojos Él tomo
mi quijada con su mano y me miró fijamente.
-Aún son grises.- Me dijo con cierto temor.
-No cambies el tema.- Le dije con algo de molestia. Hace dos
días que me desmaye por la sangre del Hijo de La Luna, al despertar, mis ojos
se habían tornado completamente grises.
-Me preocupa.
-Lo sé, pero recuerda que Angélica dice que ya no hay peligro,
que son así porque mi sangre logro mezclarse con la del Hijo de La Luna. –Alec
había comenzado a acariciar mi mejilla con su pulgar.
-¿De verdad quieres saber esa historia?
-Sí.
-Está bien.- Alec estaba nuevamente serio. –Cuando conocí a Katherine
ella no estaba sola, la primera vez que la vi llevaba un bebé en brazos,
alguien de cabello y ojos oscuros, ella me lo presento como su hijo, pero en
ese momento no me explico nada.- Alec paso su mano derecha por su cabello,
despeinándose. –Cuando comenzamos a salir me conto que ella cuidaba de sus dos hermanos
y su hijo, me dijo que su padre era un borracho que había matado a su mamá a
golpes, frente a ella y a sus pequeños hermanos cuando ella tenía 10. Cuando cumplió
17 años comenzó a trabajo, dos años después cuando regresaba a su casa escucho
gritos provenientes de la sala, cuando entro vio a su papá golpeando a su
hermana pequeña, su hermano de 17 años estaba tirado en el piso con sangre en la
cabeza y su hermana intentaba protegerse de los golpes de su padre con los
brazos sobre el rostro, ela se enojó tanto que tomo un cuchillo de la cocina y
lo apuñalo, después tuvo que huir junto con sus dos hermanos.- Alec tomo mi
mano y la puso sobre su pecho, recargando su mano en al mía. Una imagen borrosa
comenzó a cubrir mi mente, hasta que pude verlo todo con claridad, era una casa
pequeña, sin lujos, tan solo había una cama, una pequeña mesa con tres sillas
rodeándola y una pequeña chimenea.
-“Al escapar llegue a Irlanda, donde conocí a un hombre que me
ofreció su ayuda, él y su esposa me dieron trabajo y un lugar donde vivir con
mis hermanos. Ellos tenían un hijo de mi edad, nos enamoramos, lo que paso
después fue inevitable, su padre nos descubrió y me corrió. Pensé que sería el
fin de mis hermanos y mío, no tenía trabajo y no permitiría que ellos
trabajaran.”- La chica de los recuerdos de Alec era Katherine. Era sorprendente
que mi don de verdad funcionara al revés, mostrándome lo que los demás
pensaban. -“Habían pasado tres meses desde que me habían corrido cuando
llegamos a Alemania, apenas un mes y medio antes me había enterado que estaba
embarazada, se los dije a mis hermanos y Alexander consiguió dinero para que
pudiéramos vivir, no me dijo de donde lo saco, solo que lo aceptará. Al
intentar entrar salir de Alemania
arrestaron a Alexander, había robado por nosotras, mi hermana se asustó
de no ver a Alexander y mato a uno de los policías. Desde entonces mis hermanos
y yo hemos sido prófugos por asesinato y robo.”- La joven comenzó a
desvanecerse, hasta desaparecer.
-El hijo de Katherine nació en Italia, ella sabía que su hijo
era especial, cuando nos conocimos mejor le pidió que me mostrara lo que hacía,
al principio me asuste, pero conforme pasaba más tiempo con aquel bebé me
resultaba más común lo que hacía, cuando el niño cumplió dos años empezó a
transmitir sus pensamientos sin tocar, unos días después hizo lo mismo con sus
sentimientos.- Alec tomo mi mano y entrelazó sus dedos con los míos.- Cuando me
convertí, el hijo de Katherine tenía 3 años.
-Alec, eso fue hace más de 300 años, el hijo de Katherine ya
está muerto, ¿no?
-Lo dudo, al convertirte en un Hijo de La Luna te vuelves
inmortal, aunque para lograrlo tienes que cumplir con dos condiciones, una más difícil
que al otra.
-¿Cuáles son?
-La primera es que por tus venas corra sangre de un Hijo de La
Luna, la segunda es matar a alguien.
-¿Si no matan qué pasa?
-Su vida sería igual a al de cualquier humano. La edad a la que
matan por primera vez es la edad que aparentan eternamente.
-¿Cuántos años creer que tenga el niño ahora?
-Más de 330.- Los golpeteos de zapatos acercándose por el
pasillo eran rápidos. –Jane.- Alec se asustó, si Jane nos veía también
moriríamos.
-“Yo salgo, si pregunta por ti le diré que fuiste con Angélica.”-
Alec iba a preguntar algo pero lo detuve poniendo mi dedo índice sobre sus
labios. –“Sal por la ventana y estarás en el patio delantero, desde ahí ya
sabes a donde ir.”
Alec se levantó abrió la ventana y salió. Jane toco con desesperación
mi puerta.
-¡¿Qué?!- Le grite al abrir la puerta.
-Mira Cullen, que tu familia este aquí no significa que no te
pueda matar.- Su voz demostraba que decía la verdad.
-No te tengo miedo Jane, tu don no funciona en mí y se
defenderme, sería una pelea que tu perderías.
-No sueñes Cullen.- Jane se acercó a mí mostrando sus dientes y
gruñendo, antes de que pudiera golpearla ella retrocedió. –Esconde esos ojos,
Aro no quiere problemas.- Sus palabras fueron rápidas y casi inaudibles.
-Ness.- Mi mamá me abrazo. Utilice toda mi concentración para
visualizar mis ojos de color chocolate y poder mostrárselos a toda mi familia
–No sabes cuánto te extrañe.
-Mamá, nos vimos en el desayuno.
-En el que no comiste nada.- Otra vez estaba en el papel de “mamá
sobre protectora”.
-Sabes que no me gusta la comida de humanos.- Le dije haciendo
pucheros.
-Lo sé, por eso le pedimos permiso a Aro para ir a cazar…pero
nos tiene que acompañar Alec.
-No entiendo porque nos tiene que acompañas ese estúpido
chupasangre, ni que nos fuéramos a escapar.- La voz de Jacob me golpeo con
fuerza, lo he estado evitando durante estos dos días.
-Cállate perro, si vuelves a insultar a mi hermano te juro que…
-¿Qué?- Jacob había interrumpido a Jane, lo cual la enfureció
más. –No te tengo miedo, ni a ti ni a los otros chupasangre.
-Deberías.- Jane había fijado la mirada en Jacob, intentando
causarle dolor.
-No lo lograras Jane, desde que entramos mi esposa nos está
protegiendo.- Mi papá hablo mientras me abrazaba.
Jane pasó junto a Jacob empujándolo. Por el pasillo en el que
giro, iba hacia La Sala de Tronos.
-¿Por qué no puedo leer tu mente?- Me dijo con enfado mi papá.
-No estoy pensando en nada.- Le respondí con fingida seguridad.
-Ness, confía en nosotros, somos tu familia, no tienes por qué
mentirnos.- La tierna voz de mi abuela hizo que me sintiera culpable. Pero si
me quitaba la verbena se enterarían de cosas que no le agradarían
-Lo sé y les aseguro que no oculto nada.
-Yo le creo. Ahora vamos a cazar, quiero un gran animal, hace
mucho que no me divierto.- Emmett como siempre estaba despreocupado.
-Primero hay que ir por Alec.- Mi tía Alice había aparecido
dando brincos y sonriendo al mencionarlo. -¿Dónde está?- Parecía que era ella
la que estaba enamorada de Alec y no yo.
-Con Angélica.- Respondí rápidamente.
-Ustedes vallan, yo los espero aquí.- Emmett se había recargado en
la pared.
-Vas a venir con nosotros.- Ordeno mi tía Rose.
-No pienso recorrer medio Castillo para buscarlo y después tener
que volver porque el bosque está más cerca de este lado.- A veces mi tío
parecía un niño, hacía berrinches para no esforzarse.
-No es necesario ir por él.- Mi familia me vio con duda pero no
les preste atención. Cerré los ojos y me concentre en Alec.- “Alec, ven, mi
familia y yo te necesitamos, solo si tú nos acompañas podremos salir a cazar.-
Hacer que mi pensamiento fuera tan lejos y para una persona en específico fue
algo cansado. Sentí como una pequeña brisa golpeo mi rostro, trayendo consigo
el delicioso olor de la loción de Alec.
-Síganme.- Alec estaba frente a mi cuando abrí los ojos.
-¿Cómo supiste que te necesitábamos?- Mi abuelo al igual que los
demás estaban algo preocupados porque él apareció sin que nadie lo llamara.
-Renesmmee me llamó.- Dijo Alec con frialdad y comenzó a
caminar.
-¿Cómo lo hiciste?- Mi papá volteo a verme cuando llegamos a la
puerta del garaje.
-Pensé que haríamos a cazar.- Dijo con dureza Jacob.
-Así será, y al menos que quieran correr pueden usar los autos.-
Alec abrió la puerta dejando a la vista toso los autos que tenían los Vulturi.
Mi familia rápidamente fue a ver que auto tomarían. –Ness.- La voz de Alec fue
un susurro cerca de mi oído. –Toma, sé que te gusto conducirlo.- Coloco las
llaves del Lamborghini en mi mano derecha. –Recuerda mantener el color de tus
ojos.- Fueron palabras rápidas, para que mi familia no se diera cuenta. Alec se
acercó al Lamborghini y entro del lado del copiloto.
-Ness, ¿vienes conmigo?- Jacob tomo mi mano izquierda al
preguntarme.
-Lo siento, pero no.- Jale suavemente mi mano, no volteo a verlo
al hablarle, no me sentía capaz de hacerlo. –Voy a ir con Alec en el Lamborghini,
nos vemos en el bosque.- Me metí rápidamente en el auto y arranque, acelere
como la primera vez, al salir del Castillo los autos que habían elegido mi
familia iban detrás de nosotros.
-Acelera, sabes cómo llegar.- Alec rozo sus dedos sobre una de
las manos con las que agarraba el volante.
Pise el acelerador, sentí como mi cuerpo se presionaba contra el
asiento, iba a más de 200 km/hr.
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